Aquellos entes incorpóreos y atemporales, ubicados entre los intersticios del espacio-tiempo, celebraban una nueva reunión. El mayor y más poderoso de ellos por fin iba a darles la noticia que venían esperando toda una eternidad.
—Hermanos –les dijo con regocijo, sin pronunciar sonidos audibles–, por fin hemos encontrado un receptáculo abierto a nuestra dimensión. Por fin hemos dado con una mente capaz de alcanzarnos y ser alcanzada por nuestra esencia. Por fin un ser humano podrá dar constancia de nuestra existencia, y será revelada a la humanidad al completo nuestra historia y nuestros nombres. Gozarán de nuestra dicha y nuestra alegría. Compartirán la felicidad que nosotros emanamos, se bañarán en nuestra bondad y generosidad. Por fin unos seres corpóreos y atados al paso del tiempo podrán dar el salto evolutivo definitivo y descubrir la paz completa junto a nosotros.
—¿Cómo se llama el humano? –preguntaron aquellos afables seres.
—Es un escritor que responde al nombre de Howard Phillips Lovecraft.
Cthulhu, Nyarlathotep, Yog Sothoth y los demás se regocijaron entre vítores, sin ser conscientes de que la mente atormentada y depresiva del escritor distorsionaría completamente la visión que de ellos iba a ofrecer al mundo.
—Hermanos –les dijo con regocijo, sin pronunciar sonidos audibles–, por fin hemos encontrado un receptáculo abierto a nuestra dimensión. Por fin hemos dado con una mente capaz de alcanzarnos y ser alcanzada por nuestra esencia. Por fin un ser humano podrá dar constancia de nuestra existencia, y será revelada a la humanidad al completo nuestra historia y nuestros nombres. Gozarán de nuestra dicha y nuestra alegría. Compartirán la felicidad que nosotros emanamos, se bañarán en nuestra bondad y generosidad. Por fin unos seres corpóreos y atados al paso del tiempo podrán dar el salto evolutivo definitivo y descubrir la paz completa junto a nosotros.
—¿Cómo se llama el humano? –preguntaron aquellos afables seres.
—Es un escritor que responde al nombre de Howard Phillips Lovecraft.
Cthulhu, Nyarlathotep, Yog Sothoth y los demás se regocijaron entre vítores, sin ser conscientes de que la mente atormentada y depresiva del escritor distorsionaría completamente la visión que de ellos iba a ofrecer al mundo.
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Qué mejor día que hoy, 20 de agosto de 2012, cuando se cumplen 122 años del nacimiento de H. P. Lovecraft, para colgar este microrrelato (que, por cierto, está incluido en mi libro de relatos "Pequeños momentos breves"), como homenaje a su figura y sus creaciones literarias.
(fuente: Wikipedia) |
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