El viento arreció con fuerza aquella tarde y se llevó lo poco que aún conservaba aquel pobre desgraciado. Desnudo, atravesó el umbral del fatídico paraíso al que tanto había anhelado llegar, y por el que tanto había sacrificado. Se encontró consigo mismo, al fin. Lo encontraron sin vida, bajo un sucio cartón.
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Una versión previa (y, francamente, mejorable) participó (y cayó derrotada) en el V Concurso de Microjustas Literarias, de OcioZero.
1 comentario:
Muy bueno, me ha gustado mucho, aunque el que has publicado hoy, "El Tejedor", se sale.
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