13 oct 2021

"Éxodo frío" (relato)

El pequeño alienígena mandó la señal a la lejana nave nodriza, a través de un canal estable, antes de que la escasa energía de su propia cosmonave se extinguiera por completo. El mensaje llegaría casi de forma instantánea, saltando de cuerda a cuerda a nivel cuántico, desplazándose incluso a lo largo de diferentes dimensiones, y atravesando finalmente cerca de setenta millones de años-luz hasta su receptor. Su vehículo monoplaza agonizaba ya antes de acercarse al planeta, desgastado por el duro y dilatado viaje interestelar, y la violenta entrada en la atmósfera lo había dejado definitivamente inservible. El ser extraterrestre estaba además ciego desde hacía tiempo, después de acercarse imprudentemente a Próxima Centauri, una de las tres estrellas del sistema Alfa Centauri, cuando tan solo intentaba hacer una pausa en su periplo, dirigiéndose a un pequeño planeta de dicho sistema, una de las preciadas fuentes de agua en la galaxia. Pagó un precio caro pero sin el líquido elemento no habría durado mucho más en su tortuosa odisea.

Al igual que con las comunicaciones, su astronave podía atravesar el espacio cuántico, viajando a través de diferentes cuerdas –estables o temporales–, avanzando millones de kilómetros en apenas un instante. Pero mientras que los mensajes, apenas unos bits de información contenida en partículas subatómicas, podían recorrer millones de años-luz en un único trayecto sin llegar a corromperse, la tecnología de su medio de transporte no le permitía realizar grandes recorridos. Los enlaces atómicos no soportaban lo suficiente y tanto moléculas como átomos corrían el riesgo de descomponerse de forma fatal. Además, una prolongada exposición al campo cuántico tampoco era una situación compatible con la vida para los seres orgánicos. Por lo que se veía obligado a realizar pequeños saltos cuánticos, con un necesario descanso entre ellos, y llevando tanto su equipo como su cuerpo al límite en cada uno de ellos.

Finalmente había llegado a su destino, aunque su ceguera le impidió apreciar la belleza de aquel planeta azul y blanco, y a duras penas logró maniobrar los mandos para evitar acabar estrellado contra la superficie. Los sensores de la nave le indicaron que el planeta carecía de vida pero contenía abundante agua. Podría ser un destino apto para su especie, los últimos supervivientes de un planeta ya extinto, refugiados interestelares en tránsito hacia una nueva existencia. Envió la señal acordada, y la astronave, su fiel servidora y única acompañante durante tanto tiempo, se despidió de él con un aparatoso estertor. Quedaba así completamente incomunicado. Se introdujo en un traje presurizado con adaptador atmosférico, que le permitiría subsistir en condiciones adversas, adaptando el aire exterior a unas condiciones asumibles para su organismo. Tenía aire respirable y agua en abundancia, por lo que podría sobrevivir hasta la llegada de sus congéneres, aún a varios millones de años-luz de distancia. Se armaría de paciencia para sobrellevar tan larga espera en la soledad de aquel vacío planeta.

Salió al exterior.

Se encontró con hielo. Mucho hielo. Por todas partes. Sus ojos ciegos no podían verlo, pero notaba la potente claridad de la superficie congelada. Un vasto espacio abierto, cubierto de sólido e inamovible hielo, le rodeaba. Blanco y frío, eterno e infinito. Dio unos pasos, maravillado, tratando de imaginarse la escena. En el cielo, de un azul radiante ajeno a su visión perdida, brillaba con fuerza la estrella sobre la que seguramente orbitaba aquel mundo blanco. El alienígena incluso podía notar el calor que proporcionaba en aquel frío inmenso. Extendió sus cuatro largas extremidades superiores y agitó los pequeños tentáculos ubicados en sus extremos. En su especie, era un claro signo de alegría.

En el horizonte, apenas visibles, unos pequeños puntos oscuros se movían en su dirección, sin que aquel ser fuera consciente de ello.

---

En cuanto se detectó aquel objeto desconocido penetrando en la atmósfera terrestre, los diferentes gobiernos de la Tierra se movilizaron en su búsqueda. No pasó mucho tiempo hasta que una expedición lo localizó. Aquellos restos encontrados en la Antártida suponían todo un reto para los mejores científicos de la Tierra. Contenían una tecnología completamente desconocida hasta entonces, y sin duda superior a la desarrollada por el ser humano. La criatura insólita y amorfa que se agitaba junto a aquellos restos, visiblemente orgánica aunque cubierta por una especie de extraño traje espacial, y aparentemente inteligente, era una clara amenaza para la humanidad.

Con cada nuevo experimento que realizaban sobre su maltrecho cuerpo, el alienígena tan solo deseaba que fuera el último y le dejaran morir por fin. Con cada nueva prueba, tan solo se lamentaba y se maldecía a sí mismo. Incapaz de comunicarse con aquellos seres morfológicamente tan diferentes a él, el dolor y la agonía que le provocaban no eran nada comparado con su sentimiento de culpa. Su especie, los últimos supervivientes de un planeta ya extinto, se dirigían sin saberlo a la perdición más absoluta.




22 comentarios:

David Rubio dijo...

Gracias, Igor, por participar con este relato en el homenaje a HG Wells y La guerra de los mundos. Cualquier cuestión que te surja en el concurso no dudes en comentármelo. Un abrazo y suerte!

Isabel Caballero dijo...

Hola Igor, creo que es la primera vez que te leo.
Ciencia ficción espacial en toda regla, parece que se te da el género bien, compañero, así que poco te puedo aportar porque soy una novata en este sentido, salvo admirar los tecnicismos que empleas.
Más le hubiera valido aterrizar en el Caribe que en La Antártida ¡pobre!
Al final, y pese a la diferencia de especie, logras insuflar un rasgo de humanidad en el extraterreste: dolor y angustia.
¡Enhorabuena y bienvenido a Tintero!

Marta Navarro dijo...

Hola, Igor. Muy buen relato. Me ha gustado mucho, especialmente esa melancolía del final y la soledad que transmite. Mucha suerte y bienvenido al Tintero.

Jorge Valín dijo...

Hola Igor, bienvenido al Tintero. Traes un relato de ciencia ficción pura, con sus extraterrestres, viajes espaciales, y un sustento científico y tecnológico propio del género, que cuando está bien expresado como es el caso, da mayor credibilidad a la historia. Al final ahondas en la crueldad de la raza humana, o al menos de sus dirigentes, azuzada por el miedo a lo desconocido que ha sido motor de tantas guerras y disputas. Podemos sentir la soledad y el sufrimiento del alienígena en sus últimos momentos. Mucha suerte en el concurso. Un saludo.

M.T. Mármol López dijo...

Buen relato de ciencia-ficción. Pobre alienígena, cómo somos los humanos! Felicidades! Saludos y suerte!

Carles Leo dijo...

Hola, Igor, no creo equivocarme si te digo que es el primer relato tuyo que he leído y lo he disfrutado mucho. Lo primero de todo mencionarte que la ambientación me ha encantado, me ha gustado cómo has usado la unificadora teoría de cuerdas (aún en desarrollo) para justificar el viaje interestelar, así como la visita al sistema planetario de Próxima Centauri para recoger agua (algo fundamental desde el punto de vista energético o como combustible). La indefensión y minusvalía del extraterrestre invita a la empatía con el mismo cuando cae en manos de los terrícolas. Cuya atrasada ciencia no deja de producirle los más aterradores sufrimientos a él y a todos los de su especie que incautos caigan en manos de los humanos. Buen relato. Me ha gustado mucho.

Un abrazo

Daniel Edgardo Capurro dijo...

Muy buen relato corto!! Has descripto la falta de escrupulos de la sociedad humana! Siempre el temor es lo que provoca aquello de "quien golpea primero, golpea dos veces". Un defecto que ya debe ser conocido por aquellos que mimetizados ya habitan la tierra...Éxitos en tu participación en el concurso. Un cordial saludo.

Ana Piera (Tigrilla) dijo...

Bienvenido al Tintero. Muy buen relato de ciencia ficción donde el extraterrestre acaba siendo la víctima del afán de conocimiento humano. Saludos.

beba pihen dijo...

Hola, Igor. Muy buena escritura buen desarrollo del contenido cientíico (aunque no estoy muy informada al respecto, en realidad). Me gustó tu historia, aunque es muy triste; tanta ciencia y progreso no pueden con la ley de la vida y con el "lado Caín" que nos aqueja a todos. Un saludo.

Pedro Merchán dijo...

Hola, Igor. Una excelente narración , muy técnica también. En cuanto a la historia me ha gustado mucho y lo que mas el final, donde sientes la tristeza de esa criatura perfectamente. un saludo y mucha suerte.

Josep Mª Panadés dijo...

Hola, Igor. Tu relato me ha dejado impresionado, pues es de las pocas veces en la que uno empatiza, y de qué manera, con el sujeto extraterrestre.
La lectura es muy amena y has sabido impregnar la historia con un toque dramático y de suspense que atrapa al lector de principio a fin, un fin, por cierto, devastador para el pobre y desafortunado alienígena.
Estoy casi seguro de que, si tal cosa ocurriera, los humanos se comportarían tal y como tu lo has descrito.
Te felicito por este estupendo relato.
Saludos.

JM Vanjav dijo...

Hola, Igor. Menudo recibimiento tuvo el pobre alienígena, muy en nuestra línea y seguramente secretamente hacía la opinión pública. No tengo yo muy claro si lo que relatas es ficción o esta documentado en alguna de esas agencias de desinformación, en cualquier caso muy bien narrado por tu parte. Saludos y suerte 👽🖖🏼

Francisco Moroz dijo...

Está claro que con tu relato dejas claro, que la especie más peligrosa es la humana. Cualquiera se atreve a invadirnos conociendo nuestros antecedentes. Muy bien utilizado ese lenguaje futurista.
Abrazo de bienvenida. Me quedo por tu blog.

Beri dijo...

Hola, Igor. Yo también es la primera vez que te leo. ¡Bienvenido al Tintero de Oro! Tu relato cumple de sobra los requisitos del concurso. El lenguaje propio del género de la ciencia-ficción está muy bien utilizado. A nivel narrativo, a mí en particular me parece muy interesante conocer los pensamientos y emociones que florecen en la mente del alienígena, con esa preocupación por el devenir de su propia especie que le ahoga al final de la historia. Buen trabajo. Un abrazo.

Bruno dijo...

Hola, Igor. Pues tu relato puede ser una precuela del mío. ¡Vaya casualidad! Ahora sé cómo llegó mi extraterrestre a la Tierra, je, je, je.
Muy buen trabajo, compañero. Y empatizo totalmente con el pequeño alienígena y su tristeza por atraer a los suyos a una trampa mortal.
Que tengas mucha suerte. Un saludo.

Mirna Gennaro dijo...

Hola, Igor. Me gusta todo el detalle que le has impreso a tu relato. La verosimilitud que consigues es impresionante. Tanto que llego a apreciar a tu extraterrestre y condolerme de su suerte.
Un abrazo

Perlas Narrativas dijo...

Pobre extraterrestre cayó en manos de los peores seres del universo: " los terrícolas". BUen relato que cuenta la otra cara de la moneda. Saludos desde Venezuela.

Cynthia Soriano dijo...

Qué final más triste. Posiblemente con él haya muerto el último de su especie.
Buen relato. Suerte en el concurso.
Un saludo.

Isan dijo...

Hola, Igor. No soy nada experto en ciencia ficción, pero está claro que eres un experto. Dominas el tecnicismo y creas el amiente propicio para que el lector se meta en ese mundo. Del relato, por lo mismo que te comento de mis preferencias, quizás peca de demasiado técnico y de falto de más historia o trama. Ciertamente se hace mención al deseo del extraterrestre en que acabe el suplicio, pero, para mi gusto, ahí habría más historia. Esto no quita para que vea un buen relato con buen ritmo y un lenguaje apropiado. Espero seguir leyéndote a partir de este primer encuentro. Un abrazo.

Pepe dijo...

Hola, Igor. Que sepas que he disfrutado de lo lindo con tu relato. La ciencia ficción es una ventana hacia un mundo desconocido, pero si es a través de la propia ciencia, es una delicia. Tus descripciones sobre los saltos cuánticos son magníficos, así como el paisaje colindante del sistema solar, con esas tres estrellas del sistema Centaury. Al final, como si de una partida al azar se tratara, el pobre ente llega a un destino soñado, pero ahí entra otro valor y la cosa se le tuerce hasta proporciones insospechadas.
Como te digo, me ha encantado. Es la primera vez que te leo y no será la última.
Un abrazo y mucha suerte!

Mik Way. T dijo...

Hola, Igor. Buena historia bien acompañada de elementos esenciales para la ciencia ficción, cuando narras el viaje del pobre alienígena hasta la tierra, y triste por el destino que termina encontrando en ella, él y toda su especie, buen ejemplo de lo que en un futuro podría esperarle a la especie humana, excelentemente escrito. Me encantó la historia, saludos y suerte en el tintero.

Igor Rodtem dijo...

Muchísimas gracias a todos/as por los comentarios!!!