Primero fue el alcohol, a raudales. Después vinieron otras sustancias, hasta perder la noción de la realidad. Luego probé con el sexo, salvaje y desproporcionado. Nada es suficientemente intenso. Mis manos tiemblan manchadas de sangre tras el primer asesinato; tampoco es lo que busco. Último intento: el suicidio.
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Con este nanorrelato participé en la Sortija de las XI Microjustas Literarias de OcioZero.
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