El mayor de los tres se aseguró de cerrar bien puertas y ventanas, y regresó a la olla. Sus hermanos pequeños reían gozosos mientras el lobo huía escaldado por la chimenea. "No hay nada como un pequeño toque de lobo feroz para dar sabor al consomé de cerdo".
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Con este nanorrelato, inspirado en el cuento de "Los tres cerditos", participé en las XI Microjustas Literarias de OcioZero.
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