El demonio se aferraba al alma de la desdichada, como el ser condenado que era. La posesión era completa.
El exorcista, exhausto, le instó a liberar a la agonizante joven.
—No lo entiendes, cura –dijo el vil ser, con coz gutural–. No soy yo el poseedor, sino el poseído.
---------------------------------------------
Microrrelato presentado a la primera ronda del 'II Concurso de Microjustas Literarias' de OcioZero y que cayó derrotado, tal y como ya conté.
No hay comentarios:
Publicar un comentario