5 sept 2011

"Negocios" (microrrelato)

—Señor Lucifer, hay visita en el Infierno. Pide audiencia con vos.
—¿Quién osa?
—Es... Él, señor. Pregunta si renovaremos el contrato de arrendamiento.
—Ja. Dile que presentaremos una OPA hostil y nos quedaremos con su Paraíso.
—¿Señor? Me temo que acaba de vendérselo a Google...

Representación de Satanás por Gustave Doré para el poema épico El paraíso perdido de John Milton.
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Microrrelato presentado a la primera ronda del 'III Concurso de Microjustas Literarias' de OcioZero y con el que, tal y como comenté en la entrada anterior, he derrotado a mi rival y pasado a la siguiente ronda.


4 sept 2011

Microjustas Literarias

Acaba de comenzar el 'III Concurso de Microjustas Literarias' en OcioZero, portal de entretenimiento de cine, cómic, literatura...


Las Microjustas Literarias, ya en su tercera edición, son un un certamen literario cuanto menos curioso y definitivamente diferente. A diferencia de otros certámenes, donde se presentan los textos y el jurado, entre todos, elige un ganador (y optativamente, otros premios), en las Microjustas se dan enfrentamientos directos entre escritores.

Una vez apuntados los participantes, se establecen tantas categorías (temas) como la mitad de participantes haya, y en cada categoría participan dos escritores con un microrrelato de un máximo de 50 palabras (incluyendo el título) ajustado al tema. El orden de participación sigue la máxima de "el más rápido", por lo que una vez que dos participantes han expuesto sus microrrelatos en un tema, este queda cerrado. Hay temas más sugerentes que otros, por lo que prima la velocidad en participar, pero se corre el riesgo de precipitarse. Obviamente, cuando en un tema ya hay un microrrelato, su rival cuenta con la ventaja de conocerlo previamente. Pero en cualquier caso, hay que currárselo.

Todos los microrrelatos se exponen en la web de OcioZero y se pueden comentar libremente, aunque la decisión de quién gana cada "combate" la toma el jurado, compuesto por tres miembros. Cada uno emite su voto y el ganador (no hay opción a empate) pasa a la siguiente ronda, donde se establecen nuevos temas, y vuelta a empezar. Así, hasta que sólo queda un único vencedor.


En la primera edición, el ganador fue Manfred Macx, y en la segunda, fue Tennessee. Como novedad, durante el transcurso de las II Microjustas se abrió un nuevo frente paralelo al certamen, la Sortija del II Concurso de Microjustas Literarias, con participación abierta para cualquiera, tanto para los que seguían en combate en las Microjustas como los que ya habían sido derrotados, e incluso para nuevos participantes, y en la que había que construir el microrrelato eligiendo como tema la última palabra del último microrrelato expuesto en el nuevo certamen.

Por mi parte, llegué tarde para participar en la primera edición, así que no me lo pensé en la segunda (ni lo he hecho en la tercera, que acaba de dar su pistoletazo de salida). He de decir que mi participación no fue demasiado honrosa, pues caí, sí, en la primera ronda, ante un magnífico rival que fue Sucede, aunque con un emocionante resultado de 2 a 1. Mi microrrelato fue el siguiente, siendo el tema "Posesión":

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Exorcismo
El demonio se aferraba al alma de la desdichada, como el sercondenado que era. La posesión era completa.
El exorcista, exhausto, le instó a liberar a la agonizante joven.
—No lo entiendes, cura dijo el vil ser, con coz gutural. No soy yo el poseedor, sino el poseído.
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Aunque me había quedado fuera de competición tras la primera ronda, mis últimos mandobles los pude dar en la mencionada Sortija, con los siguientes microrrelatos:

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(tema: "Nadie")
Pandemia
Por fin vamos a acabar con este virus que nos ha asolado. Soy el último ser humano vivo. Estoy infectado y a punto de morir.
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(tema: "Plumas")
Echaron a volar
Desplegaron sus tupidas alas y echaron a volar, con sus rizos dorados al viento. Eran ángeles... Y huían del cielo.
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(tema: "Ciegas")
La fiesta de los sentidos
Fue la fiesta de los sentidos: sonidos rugosos, sabores perfumados, olores cegadores, visiones estridentes y tactos sabrosos se entremezclaron y conjugaron apasionadamente y sin mesura. Sin duda, alguien había echado alcohol al ponche.
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(tema: "Revólver")
Bang
Un fogonazo. Cegador. Un redoble de tambores. Estruendoso. Un disparo en mitad de la noche. Letal.
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(tema: "Alejamiento")
Soldados caídos
Se levantaron los soldados caídos y, agarrados de la mano, marcharon hacia el horizonte. La guerra ya no era cosa suya.
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En estas terceras Microjustas que acaban de arrancar, ya me he lanzado a participar en la primera ronda, con el siguiente relato dentro del tema "Lucifer", contra el rival Javitxu13, y el jurado me ha otorgado la victoria (con un rotundo 3-0) y, por lo menos, ya me he desquitado del fracaso de la edición anterior:

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Negocios
—Señor Lucifer, hay visita en el Infierno. Pide audiencia con vos.
—¿Quién osa?
—Es... Él, señor. Pregunta si renovaremos el contrato de arrendamiento.
—Ja. Dile que presentaremos una OPA hostil y nos quedaremos con su Paraíso.
—¿Señor? Me temo que acaba de vendérselo a Google...
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2 sept 2011

II Certamen de Microrrelato de Terror ArtGerust. Homenaje a Poe



Queda inaugurado el II Certamen de Microrrelato de Terror ArtGerust. Homenaje a Poe, tras el enorme éxito del primero.
Ya pueden mandar sus microrrelatos de terror. Los únicos requisitos es que estés registrado, tu escrito sea original, tenga menos de 160 palabras y su temática sea la del terror. Hay tres premios: 1.000 € de premio al primer ganador, un ebook o ereader Cool-er con 500 libros incluidos para el segundo o un lote de 10 libros del propio certamen para el tercero. Lea atentamente las bases legales del certamen y sabrá el funcionamiento exacto de esta convocatoria. Si quieres participar, pulse aquí.
Bases del certamen:
1.- Podrán participar todas las personas mayores de edad y en caso de ser menor de edad podrás participar en los certámenes enviando un justificante de tus padres o tutores a c/Granada, 5 – Torrejón de la Calzada – Madrid – CP: 28991, no haciéndose responsable GERÜST CREACIONES S.L. de la participación de menores sin consentimiento de los mismos. No podrán participar los socios ni los familiares de los socios de la empresa organizadora GERÜST CREACIONES, S.L.
2.- Los trabajos serán microrrelatos de no más de 160 palabras. La temática será la del terror y deben ser escritos en lengua castellana. Cada usuario registrado podrá enviar el número de textos que le parezca oportuno. Para participar en él:
I) Regístrese en www.artgerust.com pulsando la pestaña “registro” y siguiendo los pasos.
II) Si ya tiene cuenta ArtGerust, autentifíquela poniendo en la esquina superior derecha el correo electrónico y la contraseña con el que hizo el registro.
III) A continuación pulse la pestaña “certámenes”. Se le abrirá una pantalla con todos los escritos que ya han participado. Arriba de ellos, un botón que pone “participa”.
IV) Se le abrirá una ventana con un cuadro de texto para el título y otro para el escrito en sí. Escriba ahí el microrrelato de terror que desee.
V) Acepte nuestras condiciones legales y dele a “aceptar”.
VI) En cuanto sea comprobado que su escrito acepta todas las condiciones legales y bases entrará a concurso y será publicado en nuestra web.
3.- La presentación de trabajos, implica el conocimiento y la aceptación, sin excepciones, de estas bases.
4.- Todos los trabajos serán originales, inéditos y todos los derechos sobre los mismos pertenecerán en exclusiva a quien los presente.
5.- Los trabajos en ningún caso incorporarán materiales de terceros salvo en los casos expresamente permitidos por las leyes y, en todo caso, con absoluto respeto a estas bases. Los materiales ajenos en ningún caso excederán una proporción ínfima del total de la obra.
6.- Todos los trabajos tendrán una extensión mínima de 1 palabra y máxima de 160.
7.- A los ganadores del certamen se les avisará por correo electrónico de que son uno de los tres ganadores del mismo. Tendrán que facilitarnos el nombre completo, apellidos, domicilio y NIF/NIE para poder proceder a la entrega del premio.
8.- El plazo de presentación de los trabajos finaliza a las 23:59 horas (hora local española) del día 18 de noviembre del año 2011.
9.- Todos los trabajos presentados se publicarán en el sitio web con URL www.artgerust.com en el orden en que se reciban y sean aprobados haciendo mención del nombre de usuario elegido para el registro en www.artgerust.com. A los efectos de lo expresado en este párrafo y por el hecho de presentar un trabajo al certamen, su autor o autora autoriza a GERÜST CREACIONES, S.L. a realizar la comunicación pública del trabajo presentado sin límites territoriales ni temporales.
10.- Todos los trabajos presentados quedarán a disposición pública en el sitio web sin límites temporales ni espaciales, a cuyos efectos se autoriza a GERÜST CREACIONES, S.L. a que lleve a cabo esa puesta a disposición en las condiciones señaladas.
11.- Un jurado compuesto por personas diversas elegidas libremente por GERÜST CREACIONES, S.L. mediante el procedimiento de votación elegirá de entre los trabajos presentados tres ganadores: un primer premio de 1.000 €, un segundo de un ebook o ereader Cool-er con 500 libros y un tercero de un lote de 10 libros del propio certamen. Al trabajo ganador también se le hará entrega de un diploma certificando la victoria en dicho concurso.
12.- Los trabajos galardonados se darán a conocer en el sitio web el día 24 de noviembre y serán publicados. En consecuencia, los autores o autoras de los trabajos galardonados aceptan el uso de sus nombres e imágenes para dar publicidad a los trabajos galardonados y ceden sobre los mismos a GERÜST CREACIONES, S.L. en exclusiva los derechos de fijación, reproducción, distribución, comunicación pública, puesta a disposición y transformación. Los demás términos de la cesión, en su caso, se establecerán por contrato editorial entre el autor o autora y GERÜST CREACIONES, S.L.
13.- Se autoriza a GERÜST CREACIONES, S.L. a hacer una antología con los 200 microrrelatos de terror finalistas. Esta antología llevará el nombre que la editorial considere oportuno llegado el momento. ArtGerust premiará a los autores que han sido los seleccionados en dicha compilación pagándoles el 14% de los ingresos totales del libro. El modo de pago será transferencia bancaria o cheque. A partir de 25€ de ganancias por autor, cada uno podrá solicitar el cobro.

1 sept 2011

Resumen del blog en Agosto 2011

Resumen del blog en agosto de 2011:
- 15 entradas publicadas.
- 406 visitas (mayormente de España, pero también con un alto procentaje de Estados Unidos y, sorprendentemente, de Alemania; también me han sorprendido algunas visitas de Canadá y Corea del Sur...).
- El día con mayor número de visitas fue el 21/08/2011, con 50.
- La entrada con mayor número de visitas fue Literatura en Internet, con 58.
- 2 comentarios (más otro mío, que no cuenta...).

Os agradezco las visitas. Y sobre todo, gracias por aguantar mis desvaríos e impertinencias. Una petición: podéis dejar comentarios siempre que queráis, incluso para criticarme.

Listado de entradas:
08/08/2011 Primer paso
09/08/2011 Literatura en Internet
09/08/2011 Actualizada la sección 'Relatos publicados en papel'
10/08/2011 #biblioteca
10/08/2011 3.000 tweets
11/08/2011 Microrrelato: "Un ligero aroma a almendras amargas"
11/08/2011 Microrrelato: "Piezas sueltas"
12/08/2011 Microrrelato: "No volver a despertarse"
12/08/2011 Relato: "El Maestro Relojero"
17/08/2011 La habitación verde
21/08/2011 Microrrelato: "Estatuas inmóviles y mudas"
23/08/2011 Serie de microrrelatos: "Espejos y reflejos"
24/08/2011 Relato: "Las ofrendas"
28/08/2011 De microrrelatos y números irracionales
30/08/2011 Microrrelato: "Mi propio mundo"



31-8-1888

El 31 de agosto de 1888 murió asesinada, en Whitechapel (Londres), Mary Ann "Polly" Nichols, la que se considera la primera víctima canónica de Jack el Destripador.

Fotografía mortuoria de Mary Ann "Polly" Nichols

Aquella noche, "Polly" Nicholls, prostituta de 43 años, llegó ebria a  una posada, de la que fue echada, pues no tenía dinero para alquilar una cama, pero se sentía segura de conseguir clientes gracias a un sombrero nuevo que lucía. Aquella noche, se topó con un asesino que la posteridad conocería como Jack El Destripador, y se convirtió en la primera de sus cinco víctimas canónicas (hay más asesinatos, hasta un total de once según los archivos policiales de la época, relacionados con el caso de Jack el Destripador, pero sólo cinco se consideran sus víctimas canónicas, atendiendo a las características de cada crimen, aunque la cifra varía también según cada investigador). Hay dos asesinatos previos al de "Polly" Nicholls que están relacionados con Jack el Destripador, pero se suele considerar que no fueron sus víctimas dado que no coinciden con el patrón habitual de sus crímenes (a una de ellas la atacaron sexualmente y la torturaron, y a la otra la asesinaron, sufriendo 39 puñaladas).

Mapa victoriano de Londres, marcado con siete puntos rojos, ubicados a pocas calles uno del otro, que representan a los escenarios de los primeros siete asesinatos de Whitechapel, incluyendo (los dos puntos en el centro) las dos primeras víctimas no canónicas.

El cadáver de "Polly" Nichols fue encontrado degollado, con la garganta seccionada profundamente por dos cortes, y ya en la morgue se descubrió que además le habían rasgado el abdomen. Dos signos distintivos del "modus operandi" de Jack el Destripador que, a medida que fuera cometiendo los asesinatos, iría aumentando su salvajismo para con las víctimas, extrayéndoles diferentes órganos internos y provocando progresivas lesiones faciales.


28 ago 2011

De microrrelatos y números irracionales

Normalmente, en los concursos de relatos y/o de microrrelatos suele haber un limite en el número de palabras (en ocasiones, en el número de caracteres o líneas, etc...). Generalmente son límites máximos y mínimos para la extensión del texto, pero en ocasiones también se establece un número concreto de palabras (o caracteres). Ni uno más, ni uno menos.

Y en ciertos concursos de microrrelatos (los menos), también hay otra exigencia aún más curiosa y más restrictiva: construir el microrrelato usando un número concreto de letras en cada palabra.

Este es el caso, por ejemplo, del 'I Concurso de Literatura Irracional' convocado con la web Espejo Lúdico allá por 2008, y que a la postre supondría ver publicado por primera vez en papel un texto mío (aunque fuera tan sólo un microrrelato consistente en una frase un tanto... "extraña).


El punto crítico de las bases del citado concurso era el siguiente: "Los microrrelatos [...] tendrán una extensión de veinte palabras y deberán cumplir el requisito de que el número de letras de cada palabra sea la cifra correspondiente de uno de los [3] números irracionales que se proponen en el concurso [...]". Dichos números eran π (Pi), √2 (Raíz de 2) y Φ (Phi, número aúreo), tres de los más conocidos y relevantes números irracionales. Y para evitar dudas, había un importante añadido:

"Se utilizarán sus veinte primeras cifras, tal y como aparecen en Wikipedia, pero eliminando los ceros, es decir":
π : 3 1 4 1 5 9 2 6 5 3 5 8 9 7 9 3 2 3 8 4
√2 : 1 4 1 4 2 1 3 5 6 2 3 7 3 9 5 4 8 8 1 6
Φ : 1 6 1 8 3 3 9 8 8 7 4 9 8 9 4 8 4 8 2 4

π (pi) es (fusilando a la Wikipedia) la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro, en geometría euclidiana. Es una de las constantes matemáticas más importantes, empleada frecuentemente en matemáticas, física e ingeniería. Tiene una larga, muy larga historia y en muy diversas civilizaciones, y muchas curiosidades relacionadas con él.


√2 (raíz cuadrada de 2, también conocida como constante pitagórica) es (fusilando otra vez a la Wikipedia) posiblemente el primer número irracional conocido. Geométricamente es la longitud de la diagonal de un cuadrado de longitud unidad; el valor de la longitud de esta diagonal se puede averiguar mediante el Teorema de Pitágoras.


Φ (Phi, número aúreo) es (último fusilamiento de la Wikipedia) un número que posee muchas propiedades interesantes y que fue descubierto en la antigüedad, no como “unidad” sino como relación o proporción entre segmentos de rectas. Esta proporción se encuentra tanto en algunas figuras geométricas como en la naturaleza. Puede hallarse en elementos arquitectonicos, en las nervaduras de las hojas de algunos árboles, en el grosor de las ramas, en el caparazón de un caracol, en los flósculos de los girasoles, etc... Asimismo, se atribuye un carácter estético especial a los objetos que siguen la razón áurea, así como una importancia mística. A lo largo de la historia, se le ha atribuido importancia en diversas obras de arquitectura y otras artes, aunque algunos de estos casos han sido objetables para las matemáticas y la arqueología.


Yo participé en la categoría de Φ (Phi, número aúreo), y podría quedar muy bien diciendo que fue por su naturaleza mística, o por una atracción misteriosa (e irracional, no podría ser de otra forma) hacia este número... pero creo que al final fue con el único que conseguí formar un microrrelato con un mínimo de sentido. El resultado final fue este:

A muerte y perdidos van, sin esperanza. Animosos batallan; pierden. Este maltrecho ejército derrotado huye salvando, pero gastando, la vida.


Os recomiendo, no obstante, echar un vistazo al resto de microrrelatos, porque hay auténticas pequeñas obras de arte. Todos los textos participantes están recogidos en un libro,"Literatura Irracional", que se puede descargar gratis en Lulu.com (donde también se puede comprar en formato físico) y en Scibd.


Posteriormente, y bastante tiempo después de haber finalizado el concurso, se me ocurrió otro pequeño relato siguiendo los números de π (Pi), aunque sin llegar al número de palabras totales, y que creo que es un buen colofón para este post:

Fin, a nada y todos englobará Pi.


24 ago 2011

"Las ofrendas" (relato)

El lugar se encontraba a las afueras de la ciudad, prácticamente en pleno monte. Se trataba de un enorme túmulo de tierra y piedra erigido sobre la tumba de un antiguo héroe ya olvidado. En su superficie rocosa podían distinguirse extraños símbolos tallados en tiempos inmemoriales. Estos símbolos estaban situados en torno a un dibujo central, a modo de centro gravitatorio, en el que se podía ver una especie de pulpo gigante y amorfo, en cuyos tentáculos sujetaba diversas extremidades y otras partes de la anatomía humana, aparentemente arrancadas de sus legítimos dueños. Aunque ya nadie sabía de cuándo databa tan espeluznante obra, los más viejos del lugar aún recordaban viejas historias que contaban cómo acudían a ella, a modo de peregrinación, los tullidos y los mutilados de las guerras antiguas. Con el tiempo, el asunto acabaría degenerando y quienes se plantaban ante el monolito, acababan automutilándose y presentando una sangrienta ofrenda, como si se encontraran ante un cruel dios. En poco tiempo, se creó la leyenda de que a quien fuera generoso con su ofrecimiento, recibiría sugerentes obsequios y agasajos por el resto de su vida, y que quien otorgara el mayor y más espléndido sacrificio, podría llegar incluso a convertirse en un nuevo dios.

Cierto día, se presentó un extranjero, atraído por la extraña historia. Antes que él, miles se habían cortado ya dedos y falanges, manos y brazos, pies y piernas enteras. Algunos llegaron a arrancarse una oreja, otros se amputaron la nariz y hasta los labios, y hubo quien se atrevió a trincharse uno de sus ojos. Hablaban de mujeres que se cortaron sus generosos senos, y de hombres que se atrevieron a seccionarse su propio miembro viril... De ninguno se decía que hubiera conseguido el éxito en la vida. Al contrario, todavía podía verse alguno de aquellos desgraciados mendigando por las oscuras y sucias esquinas de la ciudad, con el cuerpo mutilado y la mente destrozada. Sin embargo, seguían acudiendo los temerarios, locos y ambiciosos sin escrúpulos, ante aquel monumento a la desdicha. El extranjero, situado ante el túmulo, dedicó varios minutos a pensar en sus antecesores. Ninguno había tenido tantas agallas como él. Su ofrenda no podría ser ignorada por aquel dios tan exigente y desalmado. Empuñó su espada y se cercenó a sí mismo la cabeza.

Ilustración de Claudio Cerdán realizada expresamente para este relato (en la web de Chusticieros)
 
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"Las ofrendas" quedó el tercer clasificado en el I Concurso de Relatos 'Chusticieros'. Entre los requisitos del concurso estaba la necesidad de incluir las palabras "Dios" y "Mutilados" en el relato, dado que en el concurso colaboraba de forma activa el autor Claudio Cerdán, promocionando su novela "El Dios de los mutilados" (de la que se puede leer un avance aquí).


Como parte del premio por el tercer puesto, el propio autor Claudio Cerdán realizó una ilustración exclusiva para el relato. El relato se puede leer también en la web de Chusticieros y recientemente lo he colgado en la web Literatura Nova, donde se puede descargar en pdf.

ACTUALIZACIÓN (06-12-2011): El relato está también colgado en la red social literaria Falsaria

ACTUALIZACIÓN (25-02-2015): Es uno de los relatos que forman parte de mi libro 'Pequeños momentos breves'.

http://rodtem.blogspot.com.es/2011/12/pequenos-momentos-breves.html

23 ago 2011

"Espejos y reflejos" (serie de nanorrelatos)

I. Blancanieves
Blancanieves, ya anciana, le preguntó al espejo si era la más bella. No se percató de que tenía que haberle cambiado las pilas.

(fuente de la imagen: Desmotivaciones)


II. Un espejo roto en tres trozos
Un espejo roto en tres trozos desiguales. El reflejo de un llanto, el reflejo de una sonrisa... y el último trozo vuelto del revés.

(fuente de la imagen: Esponja... ut ita dixerim)

III. Espejo robado
No me robes el espejo. Si quieres mi reflejo, tan sólo mírame, y apareceré en tus ojos.

(fuente de la imagen: Foro de fotos)

IV. Desesperación
Rompió el espejo en mil pedazos, pero todos seguían reflejando su desesperación.

Desespero, personaje del comic The Sandman (fuente de la imagen: Carmen Montagud)

V. Sin reflejo
Creó un espejo donde nunca se veía reflejado, excepto en una pequeña grieta que comenzó a crecer, hasta apoderarse de su alma.

(fuente de la imagen: Nuestro Mundo)

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Estos microrrelatos fueron paridos en Twitter (I, II, III, IV y V), a propuesta de Leo Poco!
La palabra clave era, obviamente, 'Espejo'.

21 ago 2011

"Estatuas inmóviles y mudas" (nanorrelato)

Los muertos permanecían quietos y en silencio en sus tumbas. Este juego de las estatuas inmóviles y mudas podría durar por toda la eternidad.

fuente de la imagen. Armak de Odelot

17 ago 2011

La habitación verde

'La habitación verde'. Así hemos hemos llamado mi chica y yo a nuestro dormitorio. Obviamente, porque hemos pintado las paredes de verde. Concretamente, de verde musgo y verde edén, según Leroy Merlin (publicidad gratuita...), aunque el resultado final es bastante diferente (y más satisfactorio) que el que figura en las referencias.


Con tal sugerente nombre para el dormitorio, mi mente retorcida ha decidido, cómo no, idear un relato que lleve dicho título. Aún es pronto, pero alguna idea ya ronda por mi cabeza y espero ir plasmándola en papel (y en este blog) en breve.

Un último apunte: aunque desconocía su existencia, existe un film de François Truffaut con dicho título ("La chambre verte" en el francés original), realizada en 1978, año de buena cosecha (no en vano, nací yo) que, sólo por la coincidencia, ya estoy deseando ver, aunque leyendo la sinopsis de la película, no va encaminada hacia la posible idea que tengo para el relato.


12 ago 2011

"El Maestro Relojero" (relato)

Llegué con cierto retraso a la casa del Maestro Relojero. Qué inoportuno por mi parte. Llamé al timbre con bastante nerviosismo, preparándome para pedir disculpas, aunque me quedé sin habla cuando la puerta se abrió. Frente a mí, un tipo alto y sombrío negaba lenta y desaprobadoramente con la cabeza, y chasqueaba la lengua, mientras observaba con cierto disgusto un viejo reloj de bolsillo. Levantó ligeramente la mirada y me hizo un gesto para que entrara en la casa. Fue entonces cuando me di cuenta de que se trataba del mayordomo. Y fue entonces cuando me di cuenta también de que nunca había visto antes al Maestro Relojero. Conocía su obra, su fama, su talento... pero no conocía su rostro.

El mayordomo me hizo pasar a un amplio salón, iluminado con una claridad cegadora, aunque cuando mi vista se acostumbró, pude comprobar que la estancia estaba sobrecogedoramente recargada de relojes de pared. Relojes a lo largo de las cuatro paredes, unos sobre otros apenas sin dejar espacio entre ellos, y de todas las formas y tamaños imaginables. Y, por lo que pude observar, todos y absolutamente todos marcando exactamente la misma hora, cantando al unísono cada segundo, perfecta y escalofriantemente sincronizados. Ese retumbar constante y exacto de cada segundo martilleaba mis oídos como una punzante aguja y recorría mi médula espinal de arriba abajo, una vez tras otra, con un ritmo machacón e imparable. Una dolorosa migraña comenzó a nacer en la base de mi frente, extendiéndose poco a poco hacia las sienes, avanzando con cada latido de los múltiples relojes. Simultáneamente, mi mente comenzó también a evadirse, brincando con cada inexorable golpeteo de los infinitos y sincronizados segunderos. Sin embargo, todo se detuvo –diría que incluso el mismísimo tiempo–, cuando el Maestro Relojero entró en el salón.

De nuevo, me quedé sin habla. El Maestro Relojero parecía un tipo normal, pero había algo en él que ponía los pelos de punta. Avanzó dando unos pasos que parecían perfectamente medidos y, relajadamente, tomó asiento frente a mí. Muy, muy lentamente. Creo que lo hizo para ponerme nervioso, aunque la verdad es que ya hacía rato que había superado mi umbral de nerviosismo. En realidad, hasta que no estuvo sentado, no pude fijarme con exactitud en él. Como ya dije antes, parecía un tipo normal, ni más alto ni más bajo que cualquier otra persona, pero tenía algo, tal vez un aura de... ¿malignidad? que ponía de los nervios, como poco. Curiosamente, cuando entró en el salón me pareció que lucía una enorme melena de pelo negro, pero una vez que le vi sentado comprobé que lucía un cabello extremadamente corto, casi rapado, y repleto de canas por doquier. Aparentaría unos sesenta años, pero algo me decía que su edad real superaba de largo esa cifra. Un enorme mostacho se imponía en medio de un rostro que mostraba inteligencia y curiosidad. Su mirada era fría y meticulosa, aunque no sabría identificar el color de sus ojos: tal vez grises, tal vez azules, tal vez verdes... En cuanto a su ropa, no podía ir ataviado más de andar por casa: una vieja bata desgastada por los años, sobre un triste pijama de cuadros. Y casi mejor no hablar de sus zuecos. Para cuando quise darme cuenta, se había encendido una pipa de fumar, tallada en una bella madera de brezo, por lo que pude distinguir, y comenzó a exhalar el humo del tabaco por la boca, al ritmo de los infernales relojes de las paredes. Me fijé entonces en sus manos. Más concretamente en sus dedos, extremadamente delgados, pero firmes y veloces, seguramente dotados de una precisión absoluta, no en vano eran sus herramientas de trabajo, con los que elaboraba sus magníficos y aplaudidos relojes.

—Sabe que me está haciendo perder el tiempo –me dijo, mientras realizaba un leve gesto dirigido a su mayordomo, del que me había olvidado completamente–, ¿verdad, señor Walter?
—Soy consciente de ello –contesté yo, no tan seguro de tal aseveración, y un tanto sorprendido por el aplomo de mi voz.
—Y sabe que mi tiempo es extremadamente valioso, ¿verdad?

Volví a asentir, mientras me palpaba el bolsillo de la chaqueta. Ahí estaba la enorme suma de dinero que había traído, todos mis ahorros, toda una vida de duro trabajo, aunque dudo mucho que al Maestro Relojero le importara el origen de dicho dinero. Saqué los tres fajos de billetes, y los puse sobre la mesita, con extremo cuidado. El pulso me tembló, pero no me importó demasiado, dadas las circunstancias. Hasta entonces no había estado del todo seguro de lo que iba a hacer pero entonces, me dije, ya no había vuelta atrás.

—¿Qué es lo que pretende con toda esa cantidad de libras? –me preguntó el Maestro Relojero, sin hacer ademán de estar ligeramente sorprendido, siquiera.
—Quiero... –mi voz se quebró momentáneamente y me vi obligado a carraspear–, quiero comprar uno de sus relojes.
—Mis pequeñas obras constituyen sin duda alguna los relojes más precisos del mundo entero –dijo él, levantándose–, y probablemente los más bellos también, aunque no esté bien que sea yo quien lo diga. Eso los convierte en objetos realmente caros, piezas de coleccionismo, más bien –hizo entonces una larga pausa, en la que no dejó de escrutarme con su dura mirada y, antes de que yo pudiera decir nada, continuó hablando–. La cantidad que usted ha depositado sobre mi mesa sobrepasa, sin embargo, la tarifa habitual.
—No quiero hacer un pedido habitual –contesté yo, sin levantarme. Estaba apretando mis puños con tanta fuerza, que incluso mis cortas uñas me habían provocado pequeños cortes en las palmas de mis manos.

El Maestro Relojero siguió andando por la estancia, al ritmo de los infinitos relojes colgados en las cuatro paredes. Pasó a mi lado, lo cual me estremeció y me hizo dar un terrible respingo, y se situó tras de mí, en una posición que le otorgaba total control de la situación. Colocó sus manos sobre mis hombros y noté su enorme fuerza, hasta entonces perfectamente disimulada.

—Dígame lo que quiere entonces, señor Walter.

Y entonces se lo pedí, sin titubear. Al instante, entró en la sala el mayordomo, portando una caja en sus brazos, que me fue entregada en silencio.

—Ya tiene lo que ha venido a buscar, señor Walter –dijo el Maestro Relojero, a modo de despedida. Habló desde algún punto del salón, aunque me era imposible localizarle–. Ahora váyase y disfrute de su nueva vida.

Eso fue hace como treinta años. Sé que suena increíble pero, durante todo este tiempo, no he envejecido ni un ápice. Mi aspecto sigue siendo el de entonces, no me han salido más arrugas en la cara, ni más canas en mis cabellos, y mis huesos siguen estando en plena forma. Todo esto ha sido posible gracias al objeto que le compré al Maestro Relojero. Ese objeto, obviamente, era un reloj. Un reloj perfectamente normal en apariencia –de una bella manufactura, eso sí–, pero nada más lejos de la realidad. Ese reloj, de alguna manera, ha impedido que el tiempo pase para mí, ha impedido que envejezca ni un solo día.

Todo gracias a ese reloj, aunque realmente no sé cuál es la posible explicación para ello. Sin duda, es algo que escapa a la lógica y a lo que conocemos. Seguramente no tenga una explicación científica medianamente satisfactoria. Probablemente sea algo más cercano a la magia o la brujería. Sólo sé que lo que estoy contando es verdad. Ya apenas recuerdo cómo me contaron la historia del Maestro Relojero y de lo que era capaz con sus relojes. Y ya apenas recuerdo cómo acabé convenciéndome de todo aquello. En realidad, he de decir que cuando me presenté en la casa del Maestro Relojero y le compré el reloj, no estaba del todo convencido de aquella fantástica historia, aún mantenía un cierto nivel de escepticismo pero, con el paso de los años, y mi no-envejecimiento, acabé por darme cuenta del objeto tan poderoso que tenía entre manos. Ese escepticismo que he comentado me hizo también ser prudente en la compra del reloj. La suma desembolsada fue estratosférica, los ahorros de toda mi vida. Pero había un pequeño detalle que no he comentado aún: como no las tenía todas conmigo, y para evitar ser víctima de un timo, el pago lo realicé con billetes falsos. Un montón de libras falsas por un supuesto reloj mágico –¿o embrujado?– que resultó funcionar. No deja de ser irónico.

Naturalmente, abandoné Londres en cuanto pude. Había timado al Maestro Relojero, y un instinto de supervivencia me instó a alejarme lo máximo posible de él. Estuve un tiempo en Australia y, tras un breve paso por Argentina, acabé en el vertiginoso mundo de New York. Pero, fuera donde fuera, me acompañaba el miedo a que el Maestro Relojero me persiguiera y diera conmigo para hacerme pagar por mi estafa. El reloj que obtuve de él me proporcionaba vida eterna, pero día a día iba carcomiendo también mi mente, me iba enloqueciendo poco a poco, con su tic-tac imparable. Llegué a la conclusión de que no tenía más remedio que regresar a Londres y enfrentarme al Maestro Relojero, si es que seguía aún con vida.

Sin embargo, una vez de regreso en Londres, mi primer impulso fue visitar mi viejo hogar, la vieja casa de mi familia que me vi obligado a abandonar para huir de una posible represalia por parte del Maestro Relojero. Lo que me encontré, no obstante, me abrumó: un abandonado solar lleno de ruinas descuidadas y restos de una casa que debió ser devorada por las llamas. No pude resistirme a preguntarle a un viandante qué había ocurrido allí.

—Es una casa maldita –me espetó–. Hace unos treinta años, un incendio destruyó la casa que aquí estaba construida. Y desde entonces, cada nueva casa que se ha construido en este mismo lugar, ha sido pasto de las llamas. Ha muerto mucha gente aquí. Mucha. Ya hace algunos años que nadie se atreve a construir aquí.

Me dejó sin habla, claro. Cuando pude reaccionar, me arrepentí de haber vuelto a Londres, me parecía una enorme estupidez, y decidí marcharme de allí lo más rápido posible. Puse rumbo al aeropuerto, pero cuando el taxista conectó la radio, me quedé pálido al oír las noticias. Una enorme y extraña tormenta eléctrica se cernía sobre el sur de Londres, y hasta nuevo aviso, el tráfico aéreo quedaba suspendido. Londres era una ciudad aislada. De alguna manera, me esperaba algo así. No me quedaba otra opción que asumir mi destino. Le pedí al taxista que me llevara de nuevo al centro de Londres. Para bien o para mal, era hora de visitar de nuevo al Maestro Relojero.

A pesar de mi no-envejecimiento, al regresar a Londres tenía la vana esperanza de que el Maestro Relojero hubiera muerto, aunque en el fondo sabía que no era así. De nuevo en el umbral de su puerta, no sabía lo que iba a encontrarme. Llamé al timbre y, cuando la puerta se abrió, experimenté el mayor y más desagradable déjà vu de toda mi vida: el mismo mayordomo de hace treinta años negaba con la cabeza y chasqueaba la lengua. Me hizo pasar al mismo amplio salón repleto de relojes aunque, en esta ocasión, todos iban a destiempo, cada uno marcando una hora diferente. Esos tic-tac desacompasados, ese ruido infernal que creaban los miles de relojes que allí había, era aún peor que la otra vez. Mi alma se sobrecogió, abrumada, y mi mente quería mandarlo todo al garete. Un rato más allí, pensé, y acabaría volviéndome completamente loco.

Debieron pasar tan sólo unos segundos, pero a mí me pareció una eternidad, y por fin apareció el Maestro Relojero.

—He de reconocer que no le esperaba tan pronto, señor Walter –exclamó pausadamente, con su penetrante voz de tenor. Su aspecto era exactamente el mismo, tal y como yo le recordaba. Era como si estuviéramos en aquel día de hace treinta años: los mismos protagonistas, el mismo escenario, pero un guión totalmente diferente–. Se ve que su conciencia no le ha dejado dormir bien estos últimos años, ¿eh?
—Sé que cometí un terrible error –dije, realmente asustado–. He venido a pedirle perdón y a solucionarlo. Traigo el dinero, esta vez sin trucos ni trampas –y era verdad, previendo esa posibilidad, llevaba una increíble suma de dinero encima que estaba dispuesto a dársela, sin regatear una sola libra.
—¿Cree que realmente necesito su dinero? –me preguntó, maliciosamente–. Usted, sin saberlo, ya ha pagado por lo que le ofrecí. Ha vivido más tiempo de lo que le correspondía, sin envejecer ni enfermar. El sueño de cualquier mortal. Han sido treinta años, pero podían haber sido muchos más. El límite solamente lo ponía usted... Como intentó engañarme con aquel dinero falso, los remordimientos no le dejaban disfrutar de su nueva vida y ha tenido que regresar a Londres para buscar una salida. Como ve, yo tampoco he envejecido, sigo igual que siempre, no sé si entiende la implicación de esta afirmación... En cualquier caso, ha intentado pagar ahora lo que debía haber pagado en su momento. Así no se hacen las cosas. Ha cometido un grave error, señor Walter.
—Puedo pagarle mucho más dinero. Pídame lo que quiera...
—Ya le he dicho, señor Walter, y no me gusta repetirme –me interrumpió, y esta vez sí que parecía enfadado de verdad–, que en realidad ya ha pagado por el reloj.
—Entonces... ¿puedo irme? –sabía que era la pregunta más estúpida e inoportuna que podía haber hecho en aquel momento, pero la verdad es que estaba completamente aturdido. No me sorprendió su respuesta.
—Por supuesto que no.

El Maestro Relojero sonrió entonces, con una mueca pavorosa y demoníaca. Sus dientes eran enormes y amarillentos, todos afilados cual colmillos de lobo. Comenzó a reír, una carcajada sonora y aterradora. Creo que me oriné en los pantalones.

—Me parece que no es consciente del pago que ya ha realizado, ¿verdad, señor Walter? –exclamó el Maestro Relojero, sin dejar de mostrar su terrible sonrisa–. Al comprar aquel reloj, yo le otorgué vida eterna, sin fecha de caducidad, hasta cuando usted deseara. Como comprenderá, no hay dinero para pagar esto. Lo que usted me dio a cambio fue su alma. Mía para siempre. Entiende ahora la implicación de esta afirmación, ¿verdad, señor Walter?
—¿Q... Quién demonios es usted?
—Simplemente soy el Maestro Relojero.
—Yo no he vendido mi alma...
—¿Acaso pensaba obtener un don tan valioso como la vida eterna por una mísera cantidad de dinero? No sea ingenuo, por favor. Y encima intentó estafarme...
—Yo no sabía lo que hacía...
—Eso no es excusa.

Entonces, el Maestro Relojero se me acercó y me rozó el rostro con el dorso de su mano. Se me pusieron los pelos de punta y un escalofrío me recorrió la espalda.

—Mis clientes... especiales –dijo–, consiguen la vida eterna gracias a mis relojes. Yo me alimento, sin embargo, de sus pobres almas. Algunos tardan siglos en pagarme definitivamente. No me importa. Todos acaban pagando, tarde o temprano, de una forma u otra. Usted ha tardado muy poco. Pobrecito.

Hizo un gesto entonces, señalando alrededor suyo, como mostrándome los relojes colgados en las paredes.

—Pero soy un ser benevolente, aunque no lo crea. Y usted no se lo merece. He aquí su nueva tarea para toda la eternidad: deberá poner en hora todos los relojes de esta estancia. Exactamente la misma hora. Si alguna vez lo consigue, que lo dudo, renegaré de su alma, y podrá descansar en paz.
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"El Maestro Relojero" fue el primer relato como tal que vi publicado en un libro (anteriormente me publicaron un microrrelato -"A murte y perdidos van..."- que en realidad era una única frase construida con una serie de características concretas que... bueno, eso es otra historia). Está recogido en la antología de relatos "Dios muere, Dios nace" de Ediciones Fergutson, publicada en octubre de 2009, y fue uno de los relatos finalistas del 'Certamen de Cuentos de Terror - Ediciones Fergutson - 2009'.


Es uno de los relatos que forman parte de mi libro 'Pequeños momentos breves'.

http://rodtem.blogspot.com.es/2011/12/pequenos-momentos-breves.html


El relato también se puede leer y descargar en pdf en Scribd y Literatura Nova.

El relato está también colgado en la red social literaria Falsaria.

El relato está también colgado en la red social literaria Descritos.

"No volver a despertarse" (nanorrelato)

Decidió no volver a despertarse pero, cuando el sueño se tornó en pesadilla, no había nadie que pudiera escuchar sus gritos de agonía.


Imagen sacada del comic Thorgal: La fortaleza invisible (de Rosinski y Van Hamme, 1993)

11 ago 2011

"Piezas sueltas" (nanorrelato)

Las piezas no encajaban. Después de descuartizarlo, quiso volver a darle forma, pero en cada intento siempre le sobraba algún trozo.




"Un ligero aroma a almendras amargas" (nanorrelato)

Un ligero aroma a almendras amargas, disimulado por tu perfume. Cincuenta miligramos de cianuro disueltos en mi copa de vino. Y aún te amo.


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[revisitando el blog] #1

10 ago 2011

3.000 tweets

Ya he llegado a la según se mire, increíble o no, cifra de 3.000 tweets en Twitter. Digo increíble o no porque, quienes tuitean a menudo y desde hace años, hace bastante que superaron esa cifra, pero también hay una cantidad ingente de (pseudo)tuiteros que abren una cuenta en Twitter y la abandonan casi sin dejar rastro.

Mi aventura en Twitter empezó exactamente el viernes 1 de enero de 2010, con un tweet que rezaba así: "Ante el empeño de Mr. Brokas, comienzo a utilizar Twitter... Lo cual significa que aumento un poco más mi nivel de procrastinación." Mr Brokas es un amigo del alma que se empeñó tanto en que me abriera una cuenta de Twitter, que incluso fue él el que la dio de alta.

De alma perezosa como soy, apenas dejé dos o tres tweets simbólicos hasta que en octubre de 2010 por fin me metí de lleno en esta red social. Y así, hasta ahora, con 3.000 tweets a mis espaldas y, como decía Buzz Lightyear en Toy Story, "hasta el infinito y más allá".